León Bonel y Sánchez

Jurista aragonés que destacó principalmente por su faceta foralista, pero que, paradójicamente hoy es recordado doctrinalmente por su comentario al Código civil; uno de los primeros comentarios que nuestro Código civil recibió y que nutrió las citas de la doctrina española hasta los años 60 del pasado Siglo XX.

Nacido en la localidad turolense de Tarazona, inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza, aunque no pudo terminarlos en ella debido a que las dificultades económicas de su familia provocaban continuas mudanzas de residencia. Ello no afectó a su rendimiento académico, pues culminó sus estudios con brillantez e inmediatamente después opositó a la judicatura, obteniendo su primera plaza —de Juez de Paz— en 1868, con sólo 22 años de edad. Desde entonces y hasta el final de sus días se mantuvo siempre vinculado al Ministerio de «Gracia y Justicia» (según la denominación de la época) ocupando casi todas las plazas del escalafón judicial español, hasta llegar a Abogado Fiscal del Tribunal Supremo. También fue académico de número de varias de las Academias que durante el Siglo XIX se habían extendido por la geografía española, llegando a ser presidente, durante varios años, de la Rel Academia de Jurisprudencia y Derecho de Barcelona.

Su principal obra fue, como ya se ha dicho, el Comentario del Código civil. Por su extensión y profundidad es una obra meritoria, teniendo en cuenta que se empezó a publicar al año siguiente de la entrada en vigor del Código civil, pero no es, en realidad, una obra imprescindible como son, por ejemplo, los casi coetaneos comentarios de Manresa; útil, si, por cuanto el autor sabe ver en los preceptos el aspecto práctico que siempre se ha destacado de nuestro Código civil, pero no especialmente profundo. Sin embargo su riqueza está en que, a diferencia de otras obras de la época, los comentarios de Bonel incluyen siempre una referencia al Derecho foral, que, en una época en la que aunque había estudios foralistas de cierto nivel, estos raramente trascendían las fronteras de la región a la que se referían, constituyeron uno de los principales mecanismos de conocimiento por los juristas españoles del territorio de Derecho común de las instituciones forales vigentes (en el momento de entrada en vigor del Código civil). Especialmente de las instituciones aragonesas, catalanas y navarras.