Gregorio López de Tovar

Nieto de Gregorio López, el Glosador de las Partidas, su homonimia, la falta de registros y, hasta tiempos recientes, la falta de rigor, ha hecho que en muchas ocasiones se haya confundido la identidad de ambos. Aprovechó ciertamente de su abuelo la fama y la tradición, pero también su instrucción directa, pues convivió y aprendió de él de sus nueve a sus trece años, jubilado su abuelo con honores y prebendas por Felipe II. Estudió él mismo Derecho también en Salamanca y, ya fuera guiado por la temprana impronta de su ascendiente; o aprovechada la estela familiar, decidió seguir sus pasos y hasta dedicarse a la misma obra. Fiscal de la Real Cancillería de Valladolid —puesto en el que sucedió a su padre—, fue también oidor, luego miembro del Consejo de Órdenes y consultor del Santo Oficio en Granada.

Antes de su treintena acometió, aún como estudiante, la obra que le daría trascendencia y memoria como jurista —si bien acaso sea la mera diferenciación de su abuelo el elemento que mayor importancia le dé—. Tomando la edición glosada de las Partidas de su abuelo, advirtió la dificultad que planteaba su estudio sistemático, toda vez que la glosa era correlativa al texto, aun cuando planteaba inferencias con otros apartados o materias. De ahí su idea de añadir, tras la séptima partida, un completo repertorio que vinculara las instituciones más relevantes con los pasajes normados y comentados. Tal fue el éxito de su Repertorio muy copioso del texto y Leyes de las siete Partidas, que tras su incorporación a la obra de su abuelo como cuarto tomo de las Partidas impresas en 1576 —patrocinada por su padre—, no hubo edición posterior de la obra glosada que no la incluyese. Más aún: su utilidad en el siglo XVIII seguía siendo efectiva, no formal, como revela que el repertorio fuera actualizado y revisado en 1757.