Émile Acollas

Jurista francés del Siglo XIX que hoy es recordado más por su actitud militante y sus posicionamientos políticos que por su obra propiamente jurídica; aunque esta fue relativamente importante y hasta aproximadamente los años 70 del pasado siglo era todavía bastante corriente verlo citado entre los manualistas franceses.

Su «activismo político» lo fue a favor de posturas y posiciones que hoy son en general aceptadas y que se encuentran en la base de los valores que consideramos que fundamentan el espíritu europeo; pero que en el siglo XIX aún no estaban consolidadas. Demócrata convencido, fue seguidor de las doctrinas socialistas de su época, aunque aquel socialismo poco tiene que ver con el movimiento político que hoy recibe el mismo nombre. También fue un acérrimo partidario de la República y de los ideales y principios de la Revolución de 1789. Para él el Derecho era —debía ser— un instrumento de emancipación del individuo, cuya autonomía debía regir toda la ciencia política y todo el Derecho. Su firme defensa de los ideales republicanos le enfrentaron al Imperio; lo que le supuso la condena a un año de prisión en 1867, que no llegó a cumplir pues se exilió a Suiza, donde obtuvo una plaza de Profesor de Derecho en Berna. Ese mismo año se convirtió en uno de los miembros fundadores de la Liga de la Paz y la Libertad, organización fundada en Ginebra y que es una de las principales precursoras del movimiento pacifista, bajo el lema «Si vis pacem, para libertatem». Él fue quien creó su Comité Organizador. También intervino en la creación de una «Federación democrática de Europa Unida» que podríamos considerar precursora de la actual Unión Europea, si bién a Acollas su participación en ella le supuso el encarcelamiento. Para conseguir su liberación la Comuna de París le nombró Decano de la Facultad de Derecho, a pesar de que no se encontraba físicamente en París, y tampoco había sido, hasta entonces, profesor de la misma. Tras ser liberado, y tras haber caído también la Comuna, como el Ministro de Educación, Jules Simon, se negó a que se le concediera una plaza de Profesor de Derecho en París, regresó a Berna donde unos años más tarde, en 1878, fundó la revista «La Science politique» («La ciencia política»).

Como autor, Acollas —que había empezado su carrera como profesor particular y que, por tanto, no podía centrarse en una sola disciplina— tuvo una faceta divulgadora que se manifestó en una pluralidad de conferencias referidas al Derecho en general. Pero el grueso de sus obras tuvo lugar en el ámbito del Derecho civil, donde se le podría catalogar como «manualista» por cuanto gran parte de sus obras están claramente dirigidas a los estudiantes de Derecho y, cuando no son claramente manuales, participan de la naturaleza de estos, es decir: en ellas se aborda el tratamiento completo y sistemático de un determinado sector, en el que se profundiza sólo lo necesario para tener una panorámica general del mismo. En esta categoría de obras podemos incluir su «Introduction a l’étude du Droit», y su «Manuel de Droit civil» en tres tomos; pero también otras obras centradas en instituciones más concretas de Derecho civil como la propiedad, las servidumbres, los contratos, la propiedad intelectual, las tutelas y curatelas, etc. Junto a estas obras generalistas, también es autor de otras obras que podríamos llamar «de tesis», o de «crítica» a las leyes vigentes en su época. Es en estas últimas en donde se manifiesta con más claridad la actitud militante del autor y sus puntos de vista, que podemos considerar bastante avanzados para la época y que le llevaban a, por ejemplo, clamar sobre la injusticia de la condición civil de la mujer casada (en «Nécessité de refondre l’ensemble de nos codes», 1866) o sobre la discriminación de los hijos nacidos fuera del matrimonio (en «L’enfant né hors mariage», 1870). Aunque en realidad el fervor ideológico del autor se manifiesta también en el resto de sus obras, y así, resulta interesante leer las citas que solía colocar en la portada de sus libros, o incluso los nombres de las colecciones en las que éstos se integraban.

En fin: a nadie sorprenderá que a un autor tan comprometido políticamente como Acollas le interesara profundamente la ciencia política y fuera uno de los precursores en su tratamiento. Así, en 1878, fundó en Berna la «Revue de Science Politique», una de las primeras publicaciones especializadas en dicha materia, y un año antes había publicado su «Philosophie de la Science politique» que incluia un comentario de la Declaración de los Derechos humanos de 1793 que puede considerarse casi fundacional de dicha disciplina tal y como hoy la conocemos. Fue Acollas, dice Frederic Audren en su trabajo sobre nuestro autor, quien primeramente se planteó la refundación de la política a partir de bases científicas.