Jurista italiano de principios del siglo XX del que apenas he conseguido localizar información sobre su periplo vital y académico. Nacido en Avigliana, cerca de Turín, (según la Enciclopedia Trecani), o, tal vez en Avigliano, en la provincia de Potenza, con apenas 22 años y sus estudios jurídicos recién terminados, en 1901, ingresó en la judicatura hasta que en 1914 pasó a la abogacía del Estado, ejerciendo primero en Venecia y más tarde en Florencia. Estas actividades las compatibilizó con la docencia universitaria, si bien no he conseguido ubicar exactamente en qué Universidad o universidades fue profesor. Discípulo de Coviello y de Emanuele Gianturco (quién, además, era su tío), se le suele citar entre los grandes juristas que integraron la llamada «Escuela napolitana del Derecho civil», a la que, además de sus maestros, pertenecieron civilistas de tanto prestigio como, entre otros, Santoro Passarelli, Scognamiglio, Nicolò, Giorgianni y tantos otros protagonistas de la gran renovación que experimentaron en Italia los estudios de Derecho civil y de los altos niveles de calidad que llegaron a alcanzar.
Su obra no es especialmente extensa; abunda en notas, recensiones y artículos cortos realizados con, o sobre, algunos juristas presentes en nuestra biblioteca (como Pacchioni, Perreau o Baudry-Lacantinery), pero hoy día se le recuerda fundamentalmente por dos de sus obras: Un tratado de Derecho civil en 9 volúmenes y un monumental tratado sobre la propiedad intelectual que, por su extensión y profundidad, así como por haberse publicado en una época en la que no había estudios tan extensos sobre esa materia, ejercería una gran influencia.