Importante romanista y bizantinista italiano del siglo XIX, cuya obra puede ser considerada como una de las más significativas de su época. O al menos así lo entendió
Nació Ferrini en un ambiente intelectual: su padre era Catedrático de Física en la Universidad Politécnica de Milán, y su tío materno era Profesor de Derecho penal en la Universidad de Pavía. Ya en la adolescencia manifestó un profundo interés por el estudio de las lenguas clásicas, así como una extraordinaria facilidad para las mismas: a lo largo de su vida estudió el latín y el griego, por supuesto, pero también el hebreo, el siriaco, el sánscrito y el copto. Sin duda que este interés por las lenguas antiguas y orientales, una vez que empezó a cursar los estudios de Derecho, en 1876, contribuyó a decantar su interés por el Derecho antiguo y así, cuando cursaba el primer año escribió un breve ensayo sobre la capacidad jurídica entre los hebreos («Ricerche sulla capacità giuridica presso gli Ebrei»), y, como culminación de sus estudios jurídicos, en 1880 escribio como tesis de licenciatura (o, más propiamente hoy día, Trabajo de Fin de Grado) un estudio en latín sobre el Derecho penal contenido en los poemas de Homero y Hesiódo que fue publicado en Alemania al año siguiente. Tras terminar sus estudios de Derecho obtuvo una beca que le permitió trasladarse a Berlín durante dos años. Allí conocería a
Como docente, Ferrini impartió clases en las universidades de Pavía (1883), Messina (1887), Módena (1890) y de nuevo Pavía (1894). En cuanto a su obra investigadora ésta es bastante extensa; sobre todo si tenemos en cuenta que el autor falleció con 43 años recién cumplidos. En ella se abarcan prácticamente todas las facetas del Derecho romano, si bien hay tres focos especiales de interés: el derecho bizantino, el derecho penal romano y el estudio de las fuentes del Derecho romano. En las obras completas del autor, publicadas en 1929, a estas tres materias destacadas se dedican tres de los cinco tomos que en total las componen.
Pero en Ferrini, junto con el académico, docente y estudioso, convivía el religioso: miembro de la
Amante de la meditación y el retiro, en sus momentos de aislamiento aprovechaba para escribir sus reflexiones e impresiones vitales, las cuales fueron publicadas después de su muerte, permitiendo al público conocer su verdadera dimensión humana, por lo que al poco de su fallecimiento se inició el proceso canónico dirigido a su beatificación que fue culminado en 1947 cuando Pío XII lo elevó a los altares, proponiéndolo como modelo de Catedrático Católico.
Disponemos de una descripción física de Ferrini hecha por Pío XI:
«Era de estatura media, llena de solidez, de armonía, de elegancia de líneas; el paso rápido, pero firme; paso de un caminante que tiene costumbre y sabe adónde va; la pluma siempre presta y llena de sabiduría; la palabra, cuidada y persuasiva; en su rostro, un aire de simpatía siempre igual, y que jamás le abandonó hasta la misma víspera de su muerte; pero ante todo, sobre ese rostro brillaba un resplandor de pureza y de amable juventud. Su mirada tenía toda la dulzura de la bondad, excelente corazón; sus ojos, su amplia frente, llevaban consigo el reflejo de una inteligencia verdaderamente soberana.»
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